En esta nueva entrada enlazaremos la página del artículo escrito por Juan Cervera Borrás que nos habla de la literatura infantil y juvenil. Este artículo se titula "En torno a la Literatura infantil".
Una vez leído dicho artículo, cada uno de los componentes de nuestro grupo publicaremos un comentario en la misma entrada siguiendo el hilo del discurso.
Página: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/94676281985686130882346/p0000001.htm#I_1_
Joan Ferrer | 18 de septiembre de 2013, 8:56
Después de leer con mucha atención el artículo " En torno a la literatura infantil", he podido ver algunas de las diferencias que encontramos a la hora de clasificar la literatura infantil.
Principalmente me gustaría comentar que, para mí, todos los libros podrían ser leídos por los niños, si a éstos les llama la atención. Este tipo de literatura es la que llamamos Literatura ganada.
Por otra parte, he podido leer en el artículo que también se habla de la Literatura instrumentalizada y personalmente no creo que éste sea un buen nombre ya que un niño lo primero que quiere hacer es divertirse y dejar a un lado los ejercicios del final del libro. Por eso, estoy a favor con el texto cuando nos dice que esta literatura podríamos llamarla más bien didáctica.
Por lo tanto, la didáctica no creo que ayude a atraer la curiosidad de los niños por la lectura.
Por otra parte, estoy a favor de la literatura creada específicamente para niños, pero al mismo tiempo, como bien se dice en el texto, este tipo de literatura podría perjudicar al niño e inculcar ideas secundarias del autor basadas en su experiencia infantil y vividas por su persona.
Como futuro docente, veo una buena opción ofrecerle al niño todo tipo de libros sin excluir ninguno de ellos por el simple hecho de que a mí no me gusten, ya que seguramente se podrá dar el caso que muchos niños tengan curiosidad por lecturas que yo no tengo. Pero, como la finalidad de esta literatura es atraer a los niños a la lectura, entonces no le veo sentido al hecho de ofrecer una lista cerrada de libros donde el niño se vea obligado a elegir cualquiera de los libros por obligación.
Me gustaría destacar la asignatura que tuvimos el 3er año de carrera de Literatura infantil y juvenil en lengua catalana y la gran cantidad de ideas y recursos que aprendimos en ésta. Fue una experiencia muy buena y además, como se dice en el artículo, no solo leímos sino que también representamos nuestras lecturas en forma de teatro, cosa que nos divirtió muchísimo y nos sirvió para ayudar a los alumnos a introducirse en la lectura.
Miguel Ángel | 18 de septiembre de 2013, 17:12
Una vez leído el artículo y coincidiendo con mi compañero Joan en algunos aspectos que ha nombrado; resulta evidente para mí que aunque nosotros, futuros docentes, estemos acostumbrados a diferenciar libros infantiles o juveniles de los adultos propiamente dichos no podemos obviar que al fin y al cabo son únicamente libros que cualquier individuo ya sea niño o adulto pueda leer, para mí la esencia está en la respuesta que esa persona pueda recibir del libro leído.
Coincido por tanto en la postura liberal de la literatura, la cual abarca todas aquellas obras con un fín estético independientemente de su público. Creo en la obra por sí misma y no en cánones establecidos y promulgados por autores que pretenden hacer ver, pensar y reaccionar de una forma a un niño. Los niños son libres y por ello su elección con respecto a los libros debe ser la misma que su condición.
Con todo ello tampoco quiero dejar de lado a los libros que sabemos claramente están especificados y han sido creados pensando en un público juvenil. Estos libros a mi juicio se encuentran restringidos a unos ámbitos muy concretos, unas pautas inquebrantables, vocabulario acorde (supuestamente) a la edad del lector... es decir, caminos ya delimitados que marcan la dirección a seguir. La historia de la literatura nos ha demostrado justamente lo contrario; no existiendo ni diferenciando ningún tipo de lectura. Los lectores independientemente de su edad han escogido aquellos libros que posteriormente han sido tildados de “infantiles” ¿acaso fueron estos concebidos, creados e impresos para serlo? Vemos por tanto, que la última palabra la tiene el lector. ¿Nuestros alumnos no son lectores? ¿Debemos nosotros decidir por sus intereses y motivaciones o por el contrario son ellos mismos los que deben decidir? Dejemos que hagan suyos sus libros y disfruten de aquello que leen.
InakiLinaresRabasco | 19 de septiembre de 2013, 9:18
Siguiendo la tendencia de mis dos compañeros, Estoy totalmente a favor de dar libertad de elección a un niño ante la iniciativa de empezar a leer un libro. ¿ Quiere decir esto, que un niño pueda elegir entre toda la literatura que encuentre en su camino? Es evidente que no, hay obras que no son adecuadas para un niño, pero creo que más allá de imponer una lectura, un docente debe aconsejar, sugerir, conocer los intereses que apasionan a sus alumnos y poder dar una referencia adecuada.
Recuerdo perfectamente "Tirant lo blanc", "Momo", " La isla del misterio", seguramente grandes obras, que tuve que leer por obligación, con mucho desagrado y además hacer el resumen, presentación o examen oportuno. Creo que esta metodología no es la apropiada para fomentar el hábito de lectura entre los niño, más bien todo lo contrario.
En referencia al concepto de literatura infantil y juvenil, personalmente opino que este termino engloba cualquier obra literaria que un niño sea capaz de leer, entender y le reporte algún valor, ya sea producida específicamente para niños o adquirida de las lecturas de los adultos.
Bea F. T. | 19 de septiembre de 2013, 13:24
La literatura infantil está ligada a una constante evolución regida por las necesidades que han ido cambiando al largo de la historia. La literatura en sus inicios no tenia como lectores principales a los niños por eso no había obras dedicadas a ellos. Para los más pequeños se hubo de adaptar obras que en sus inicios no fueron escritas expresamente para ellos. El artículo nos habla de la literatura ganada; obras que en principio era para adultos, pasaban a ser también para los jóvenes.
En mi opinión, y apoyando los argumentos de mis compañeros, no creo que a un niño solo se le puedan ofrecer un tipo de obras (las denominadas infantiles y juveniles) porque los intereses personales de cada uno de ellos puede variar muchísimo. ¿Quién determina qué existe una obra apta o no para niños? Yo creo que lo determina su madurez, sus intereses por conocer el mundo y la búsqueda de entretenimiento y diversión entre las páginas de un libro.
Se trata por tanto de que los jóvenes puedan acceder a una literatura que les ayude a fomentar la imaginación y la creatividad, que no les cierre puertas hacia lo novedoso o más elaborado que las obras infantiles. Todo esto favorecerá que adquieran hábito lector y gusto por la literatura. No por ello desestimo las obras dirigidas expresamente para el público infantil, hay obras muy buenas que reflejan el mundo que rodea al niño y les sirven para integrarse en la sociedad en la que viven, pero de una forma más sencilla que en las obras para adultos.
En conclusión, la literatura para niños creo que ha de ser la que les inspire, les enseñe, les guste y les divierta, todo a la vez. Para nada debemos hacerles ver que la lectura es una imposición, sólo podemos serles de ayuda como orientación para encontrar los textos u obras que mejor se adapten al carácter y los intereses de cada niño.
Su | 20 de septiembre de 2013, 8:45
Tras los análisis de mis compañeros, todos coincidimos en que la literatura infantil propuesta por los maestros ha de ser una guía pero no la única fuente de lectura.
Si nos ponemos a investigar un poco descubriremos que la industria del libro infantil y juvenil había nacido, como respuesta a la necesidad de alfabetización, algo que había cobrado importancia con el Siglo de las Luces.
Y llegó el siglo XX y la explosión comercial inundó las casas y los sueños de toda infancia, ya fuera reconvirtiendo títulos adultos a juveniles (Los viajes de Gulliver, Robinson Crusoe, La isla del tesoro) o creando títulos exclusivamente destinados a los pequeños (Peter Pan, Pipi Calzaslargas, El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia). También surgirían maestros del género, volviendo a unir las fronteras que se habían creado en el XIX y que separaban al público adulto del público infantil y juvenil: Dahl (personalmente me encanta este autor), Rodari o Ende.
Podríamos decir que, con el surgimiento de esta literatura, nació la verdadera infancia. Y pocas cosas en la vida tienen tanto valor como ese sentimiento de refugio que encontramos en los mundos imaginados por estos clásicos que nos cambiaron para siempre.
En conclusión, la infancia puede ser público objetivo de un tipo de lectura o bien se puede transformar lecturas de adultos simplificando o incluso decorando para los pequeños lectores.
Otro matiz es que los maestros debemos ser una guía para esos pequeños, que no se combiertan en víctimas del marketing y la globalización, que empiecen a leer material de calidad pues las lecturas marcaran valores y aprendizajes fuertemente arraigados en ellos. Son como pequeños lienzos en blanco ávidos del nuevo mundo que empiezan descubrir.